Con los tiempos que corren y las jornadas laborales interminables, los hábitos alimenticios de la población en general han cambiado en los últimos años. La cultura de comida rápida procedente de los EEUU, de la que todos somos muy conscientes acerca de sus perjuicios sobre la salud, ha traspasado fronteras para instalarse en Europa y también ha llegado a los países como el nuestro, que siempre ha presumido de fomentar una dieta Mediterránea.
Los datos que arroja la OMS (Organización Mundial de la Salud) sobre el porcentaje de sedentarismo y obesidad, no solo en población adulta sino también en la infantil, son realmente alarmantes.
La costumbre de hace no tantos años, que nos permitía ir a comer a casa cada día para compartir un rato en familia, mientras nos alimentábamos con comidas sanas y nutritivas, ha sido totalmente sustituida por la famosa comida rápida que por lo general está compuesta por productos precocinados y procesados que son de todo menos saludables.
Algunas grandes marcas de comida rápida, debido a las críticas masivas y estudios que corroboran el peligro de ingerir este tipo de alimentos de forma habitual, han dado un giro en su estrategia de marketing, y además de apostar por el verde como color de sus eslogans, han pasado a ofrecer productos calificados como “comida rápida saludable”
¿Existe la comida rápida saludable?
Lo que algunos llaman comida rápida saludable, es aquella que en general, está compuesta por alimentos vegetales a modo de ensaladas, revueltos, arroces, sopas o cualquier otro considerado “plato saludable”
La presentación de estos productos, suele venir lista para consumir, ya que se trata de menús precocinados que sólo necesitan calentarse (algunos ni eso).
Si dedicamos un poco de tiempo a leer e investigar acerca de la composición e ingredientes de nuestro plato, seguramente se nos quiten las ganas de comerlo. La mayoría de ellos, no contienen alimentos frescos que son los que conservan todas las propiedades y nutrientes, por el contrario, suelen ser congelados y llenos de conservantes, colorantes, aromatizantes, endulzantes…etc.
El Ayuno Intermitente, la mejor alternativa a la comida rápida
¿Por qué proponemos el ayuno intermitente como la mejor opción?
Si analizamos el tipo de personas que se alimentan habitualmente de comida rápida, veremos que la mayoría son aquellas que apenas disponen de tiempo para comer y ya no digamos para cocinar. De ahí que les resulte mucho más práctico comprar algún plato de comida rápida para dedicar el menor tiempo posible a la tarea de alimentarse.
Pero, ¿qué ocurre con la salud? ¿Forma parte este tipo de alimentación de una dieta completa y saludable?
La respuesta es no.
Con el ayuno Intermitente se puede reducir el número de comidas diarias sin sacrificar la salud.
De esta forma estás ahorrando una cantidad considerable de tiempo, algo muy preciado para este tipo de consumidores. Es mejor hacer dos comidas al día completas, nutritivas y saludables que tres o cuatro alimentándose de tóxicos y sustancias altamente perjudiciales.
Por ello, si apenas dispones de tiempo, puedes elegir la opción 16/8, que consiste en estar 16 horas en ayunas (aunque siempre podrás ingerir la cantidad de líquidos que quieras, siempre y cuando sean agua, zumos naturales sin azúcar, infusiones, leches vegetales o desnatadas), para dar lugar después a 8 horas de alimentación. Durante este tiempo puedes repartir tus comidas.
Lo mismo ocurre con la Dieta del Guerrero, en la que haces una sola comida principal al final del día.
La flexibilidad del Ayuno Intermitente, te permite adaptar tus horas de ausencia de alimento con la jornada laboral, para después cuando se disfrute del tiempo necesario alimentarse como es debido.
También puedes optar por el llamado “método WHEN”, que consiste en comer cuando realmente sentimos apetito. ¿Cuántas veces hemos comido sin ganas simplemente porque era la hora de cenar o de almorzar? ¿En cuántas ocasiones nos ha coincidido estar fuera de casa a la hora de comer y hemos consumido lo primero que teníamos a mano descuidando los buenos hábitos? Con este método la solución es muy simple: si no sientes hambre, no comas.
Es preferible, alimentarse cuando realmente el cuerpo nos lo pide, o retrasar la comida al momento de llegar a casa, antes que comer cualquier “comida basura” por ahí.